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LOS ALONSO DE LINAJE GARCÍA presentación

Director Los cambios se suceden a una velocidad vertiginosa, sobre todo
somos conscientes de ello cuando miramos hacia atrás después
de un tiempo, aunque este no haya sido largo. Pensemos sólo en
los teléfonos habituales en la actualidad como son los smartpho-
nes. El primer iPhone apareció en el mercado en dos mil siete,
apenas hace diez años y en la realidad más cotidiana ha sido ca-
paz de ocupar un espacio muy importante en nuestras vidas. El
futuro, reflejado en las generaciones más jóvenes, nos lleva a
pensar que este nivel de cambios ha llegado para no sólo que-
darse sino para acelerarse. La capacidad de innovación aplicada
a la vida es cada día mas influyente en nuestra realidad.

Antagonismos

En la otra cara de la moneda tenemos las tendencias sociales rei-
nantes, entre las cuales vemos cómo la historia se repite, pero
con más rapidez y virulencia. Una anécdota impensable en la ac-
tualidad es aquella que dice que los parlamentarios en la época
de la Segunda República, en muchas ocasiones, viajaban en
tranvía para llegar hasta el Congreso de los Diputados de forma
anónima porque entonces nadie los conocía. Los ciudadanos no
eran capaces de identificarles por su físico. Las noticias se cono-
cían por la prensa o la radio y siempre con un decalaje temporal
necesario para su correcta digestión. Hoy en día, es impensable.
La necesidad de generar información para cubrir todos los noti-
ciarios existentes hace que sepamos más de la mayoría de nues-
tros políticos que de nuestros vecinos más cercanos. Gran parte
de los ciudadanos se creen con derecho a poder increpar a los
personajes públicos incluidos nuestros representantes políticos
por el mero hecho de serlo, dejando muy poco margen para la
reflexión. Y a todo ello debemos sumar el papel que juegan in-
ternet, las redes sociales, las imágenes y los vídeos en muchos
casos manipulados a placer para dar una imagen interesada y
conseguir dirigir las voluntades de los ciudadanos. Creo que ca-
da día es más necesario que la reflexión se imponga a la acción
impulsiva, que a la hora de tomar decisiones se piense en el re-
sultado final y no en el rédito cortoplacista como placebo para
la sociedad. Por último, también es necesario no plantear los
problemas y, por tanto, las soluciones desde un punto de vista
antagónico: “sólo puede beneficiarme aquello que te destruye”.
La sociedad y el mundo avanzan mediante la colaboración y
nunca a través de la confrontación ■

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