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LOS ALONSO DE LINAJE GARCÍA presentación

Director Son muchas las voces, y muy autorizadas, que defienden las bon-
dades de “lo público” frente a “lo privado” como si de dos ma-
neras de entender la vida se tratara. El intento de identificar la
primera opción con el bien común y la segunda con la explota-
ción de los recursos en favor de las élites está bastante trasno-
chado. Entre otros motivos, porque basta con dar un repaso a la
historia reciente del siglo pasado para comprobar que ni las bon-
dades pretendidas en la opción pública son ciertas, ni las malda-
des muchas veces atribuidas a la opción privada son reales.

Antagonismo o
complementariedad

Un error demasiado habitual entre aquellos que se mantienen
en la necesidad de seguir aumentando el peso del Estado en la
economía es pensar que nuestro sistema económico es un siste-
ma de libre mercado. En realidad, nuestra economía se encuen-
tra dentro del sistema denominado economía del bienestar. Es
difícil defender que el mercado es quien marca el funcionamien-
to económico de nuestro país, con un peso del Estado de más
del cuarenta por ciento de nuestro producto interior bruto.

Cuando estudié en la facultad uno de los sistemas de gestión
económica con peso en el mundo era la economía planificada,
casi la quinta parte de la población mundial estaba bajo regíme-
nes totalitarios con prohibición e inexistencia de propiedad e ini-
ciativa privada en lo económico. Después de muchos años estas
economías abandonaron dicho sistema mediante cambios polí-
ticos o flexibilizando de hecho la posibilidad de desarrollo vincu-
lado a la propiedad privada, con excelentes resultados para su
población.

Está claro que, para nuestra cultura –la española– dentro de los
sistemas de gestión europea, la economía del bienestar es nues-
tro referente y por lo tanto percibida como “la mejor” del mundo
para nosotros. Es más, cuando comparamos nuestro sistema con
otros –en la mayoría de los casos, el americano– nos gustan las
comparaciones parciales, con poco rigor, donde salimos muy fa-
vorecidos como es el caso de nuestro sistema sanitario, o muy
penalizados como es el referido a la tasa de desempleo.

La realidad es que en una sociedad moderna, innovadora y ac-
tual como la nuestra la colaboración entre la administración pú-
blica y la sociedad civil organizada es una obligación cuyos re-
sultados a largo plazo son muy fructíferos ■

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