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sentación
17El número
Colegios Profesionales
En este número 17 y después de unos años en los que hemos escrito de todo Carlos Alonso
o casi de todo intentaré hacer una reflexión sobre lo que suponen los Colegios de Linaje García
Profesionales en este momento para la sociedad española.
Al comenzar a escribir a uno siempre le da cierta vergüenza tratar un tema en Director
el que es parte del mismo y por lo tanto la imparcialidad aunque se busque a
menudo es difícil encontrarla, pero aún así, intentaré ser lo mas objetivo que mi
interés me permita.
Durante muchos años el objetivo de nuestros mayores fue que sus hijos estudiasen,
no diré aquello de que en una generación se pasó del buzo al traje, pero sí, era un
orgullo que, con el esfuerzo de todos, padres, hijos y la sociedad en su conjunto se
diera oportunidades de desarrollo a una gran cantidad de personas. Esta situación
propició el incremento generalizado de la formación en España tanto universitaria
como profesional.
Años más tarde se produjo una involución en las expectativas sociales y se cambió
el interés; pasando de la formación al nivel de renta y así pudimos contrastar
cómo la renta de un trabajador de cualquier oficio de la construcción era muy
superior a la de un profesional universitario. En la actualidad ya no sabemos a
qué atenernos pues aquellos que llamados por el fulgor del dinero sin formación
ni estudios sienten que la sociedad les ha engañado por no haber invertido en su
empleabilidad ante un escenario de cambio continuo. Por el contrario aquellos
que tienen formación se les supone autosuficientes para salir adelante.
Y entre todo este maremágnum a nuestras autoridades les parece que un medio
para mejorar la competitividad, vía legislativa que como todo el mundo sabe
es la mas eficaz, mediante la eliminación de barreras a la competencia. Así se
propone regular de nuevo mediante ley los Colegios Profesionales, como si éstos
fueran un freno al buen funcionamiento del mercado. Llama la atención que se
pretenda limitar la reserva de actividad en todos los ámbitos colegiales por un
objetivo económico de rebaja real del precio de los servicios profesionales. Tal
vez la reflexión debiera ser otra. ¿Qué garantías legales debe ofrecer a la sociedad
de la formación y la deontología de nuestros profesionales cuando estos ofrecen
sus servicios en el mercado? No se trata de introducir barreras de entrada a las
profesiones para limitar la competencia entre profesionales, se trata de limitar las
actuaciones no profesionales, por falta de cualificación, dentro de un mercado de
usuarios que no pueden discriminar quien posee la cualificación y quien no. La
competencia nunca es un problema siempre que esta sea leal.
economistas Nº 17 3
17El número
Colegios Profesionales
En este número 17 y después de unos años en los que hemos escrito de todo Carlos Alonso
o casi de todo intentaré hacer una reflexión sobre lo que suponen los Colegios de Linaje García
Profesionales en este momento para la sociedad española.
Al comenzar a escribir a uno siempre le da cierta vergüenza tratar un tema en Director
el que es parte del mismo y por lo tanto la imparcialidad aunque se busque a
menudo es difícil encontrarla, pero aún así, intentaré ser lo mas objetivo que mi
interés me permita.
Durante muchos años el objetivo de nuestros mayores fue que sus hijos estudiasen,
no diré aquello de que en una generación se pasó del buzo al traje, pero sí, era un
orgullo que, con el esfuerzo de todos, padres, hijos y la sociedad en su conjunto se
diera oportunidades de desarrollo a una gran cantidad de personas. Esta situación
propició el incremento generalizado de la formación en España tanto universitaria
como profesional.
Años más tarde se produjo una involución en las expectativas sociales y se cambió
el interés; pasando de la formación al nivel de renta y así pudimos contrastar
cómo la renta de un trabajador de cualquier oficio de la construcción era muy
superior a la de un profesional universitario. En la actualidad ya no sabemos a
qué atenernos pues aquellos que llamados por el fulgor del dinero sin formación
ni estudios sienten que la sociedad les ha engañado por no haber invertido en su
empleabilidad ante un escenario de cambio continuo. Por el contrario aquellos
que tienen formación se les supone autosuficientes para salir adelante.
Y entre todo este maremágnum a nuestras autoridades les parece que un medio
para mejorar la competitividad, vía legislativa que como todo el mundo sabe
es la mas eficaz, mediante la eliminación de barreras a la competencia. Así se
propone regular de nuevo mediante ley los Colegios Profesionales, como si éstos
fueran un freno al buen funcionamiento del mercado. Llama la atención que se
pretenda limitar la reserva de actividad en todos los ámbitos colegiales por un
objetivo económico de rebaja real del precio de los servicios profesionales. Tal
vez la reflexión debiera ser otra. ¿Qué garantías legales debe ofrecer a la sociedad
de la formación y la deontología de nuestros profesionales cuando estos ofrecen
sus servicios en el mercado? No se trata de introducir barreras de entrada a las
profesiones para limitar la competencia entre profesionales, se trata de limitar las
actuaciones no profesionales, por falta de cualificación, dentro de un mercado de
usuarios que no pueden discriminar quien posee la cualificación y quien no. La
competencia nunca es un problema siempre que esta sea leal.
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